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viernes, 29 de mayo de 2015

¿Qué hay de merienda?


Tradicionalmente, cuando los niños volvían del colegio a casa por la tarde, hambrientos, lo primero que preguntaban era “¿qué hay de merienda?”. Entonces la madre les decía lo que había, lo preparaba, y ellos lo devoraban felizmente.

Pero desde hace unas décadas las cosas fueron cambiando. Los niños seguían volviendo a casa hambrientos, pero las madres empezaron a ser ellas las que preguntaban: “¿qué quieres merendar?”. Los niños hacían su petición, y si no había lo que ellos querían, se comían otra cosa, refunfuñando. Eso cuando no montaban un Cristo hasta que la madre bajaba al súper a comprar lo que el niño quería.
Ahora esa generación de niños se han hecho ya adultos, y muchos de ellos pretenden mantener ese hábito en sus comportamientos laborales, sociales y políticos. Cuando hace seis años el desempleo se disparó en España, cientos de miles de parados se quejaban de que no hubiera el puesto de trabajo que ellos querían, desdeñando a menudo los que había.

La misma tendencia se aprecia en el comportamiento electoral de muchos españoles. Cierran los ojos a lo que hay en el frigorífico, y buscan desesperadamente la merienda política que les gustaría comerse. La reacción de la mayoría de los partidos políticos es la de madres débiles y permisivas, cuya máxima prioridad es que el niño esté contento a cualquier precio. Unos le ofrecen su merienda preferida, a sabiendas de que no la tienen. Otros bajan al súper a ver si les fían para poder conseguirla.

El resultado es el mismo: los españoles se tienen que comer una merianda que no les apetece, porque es la que hay. Y siguen refunfuñando otros cuatro años, siempre insatisfechos, siempre esperando un milagro que no se producirá.


miércoles, 27 de mayo de 2015

El difícil reto de UPyD




Creo que todos los que estamos en UPyD coincidimos en que la situación del partido es crítica. Aparte de este consenso, tendremos diferentes opiniones sobre las causas de este estado de cosas y sobre las soluciones que se pueden adoptar.
Desde mi punto de vista, para encontrar las soluciones deberíamso dar respuesta a tres preguntas:

  1. ¿Cuál es nuestra propuesta política?
  2. ¿Cómo la hacemos lelgar a los españoles?
  3. ¿Quién la va a hacer llegar?
Quiero pensar que respecto a la primera pregunta no habrá grandes discrepancias:Se trata de los principios y los valores que se señalan en el manifiesto fundacional de UPyD. Una forma diferente de hacer política, orientada hacia el interés general y no hacia el aprticular de los partidos. La honestidad, la transparencia, la veracidad, la democracia interna.

La segunda pregunta no tiene una respuesta tan evidente, y es en ella en la que debemos concentrar el debate y el intercambio de opiniones. Sin querer culpar a nadie, parece innegable que no hemos sabido hacerlo bien, y que los electores no han percibido las cualidades de nuestras propuestas. Creo que se impone una reflexión desapasionada para encontrar entre todos la respuesta a esta segunda pregunta.

En una sociedad perfecta, la primera pregtunta sería la única relevante. Pero no estamos en una sociedad perfecta (ni de lejos), por lo que la realidad es que la tercera pregunta resulta crucial. En un contexto donde los medios de comunicación y las RR.SS. modean cada día la opinión de los ciudadanos, las personas que transmiten el mensaje y el equipo que les acompaña resultan determinantes.

En el próximo Congreso tendremos que elegir al nuevo CD y a la nueva cara visible del partido. En mi opinión, esta es la tarea más difícil, y el nudo en el que corremos el riesgo de que UPyD desaparezca definitivamente. Es difícil porque necesitamos alguien que reuna varias cualidades: ideas claras, que sepa exponerlas, experiencia, capacidad de gestión, firmeza combinada con flexibilidad, amplia visión, dialogante, y que tenga como propios los valores y principios de UPyD.

Creo que los que queremos salvar a este partido tenemos que hacer un esfuerzo para valorar esas característica, y no dejarnos lelvar por nuestras preferencias personales, por nuestra afinidad hacia unos u otros, o por nuestras legítimas aspiraciones. Creo que deberíamos abordar esta cuestión como si fuéramos el responsable de RR.HH. de una empresa que debe seleccionar al mejor gerente de entre los muchos aspirantes.

Creo que si no somos capaces de hacer eso, UPyD sólo habrá sido una interesante experiencia que se estudiará en los manuales de Ciencias Políticas.

sábado, 23 de mayo de 2015

Votar futuro mirando al pasado


Termina una campaña electoral en la que todos los partidos han coincidido en su manera de contemplar el pasado y el futuro. Todos se han esforzado en destacar lo mal que lo han hecho los demás en el pasado, y todos garantizan los bien que lo van a hacer ellos en el futuro.

Las campañas electorales son un invento diabólico, con el que durante quince días los partidos se esfuerzan en que los electores se olviden de las realidades pasadas y piensen sólo en los espejismos venideros. Los candidatos ponen todo su empeño en prometer el oro y el moro, la feclicidad eterna, la paz infinita, el maná, y hasta la Luna. Si pudieran, harían desaparecer las hemerotecas y Google. Su máxima ilusión sería conseguir una amnesia total.

Quizá eso explica en parte que parte del electorado se fije en dos partidos nuevos, que no tienen pasado en la política nacional. Las hemerotecas y Google tienen poco que ofrecer sobre ellos. Pero un expediente en blanco no es lo mismo que un buen expediente. Es una incógnita, una apuesta a ciegas, un salto en el vacío.

Este domingo las elecciones se deciden entre los que prefieren lo malo conocido y los que apuetan por los deportes de riesgo. Difícil elección. Lo malo conocido no parece la mejor opción, pero tampoco cualquier cambio es bueno.

Para no tener que arrepentirnos dentro de unos meses, todos deberíamos mirar el pasado de los partidos, y valorar la coherencia ya demostrada por encima de las promesas que nadie sabe si se demostrarán.