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martes, 9 de febrero de 2016

Una muerte digna

Poco a poco va ganando terreno la aceptación social de la muerte digna como alternativa al ensañamiento terapético. A pesar de los ancestrales tabúes que rodean el final de la vida y de las creencias religiosas, cada vez son más las personas que consideran que es una crueldad sumeter a sufrimientos dolorosos a una persona por la que la ciencia ya nada puede hacer. Pese a todo, suelen ser los sentimientos y las emociones de los más allegados los que les impiden aceptar una realidad inflexible. Movidos por un afecto mal aplicado, prefieren alargar unos pocos días o semanas un desenlace inapelable.

En esta agónica situación se encuentra actualmente UPyD. Un partido que nació para demostrar que se puede hacer política de otra manera, y que durante ocho años ha venido diciendo lo que pensaba y haciendo lo que decía. Una formación decidida a decir sus verdades, aunque dolieran, y a pensar en el bien común antes que en los votos.

Creo que UPyD ha demostrado que se puede hacer política de otra manera. Pero también creo que se ha demostrado que la inmensa mayoría de la población ha preferido apostar por las formas tradicionales o por los cantos de sirena. Somos muchos los que creemos que los principios, los valores y las ideas de este partido serían muy beneficiosas para España. Somos muchos los que pensamos que UPyD sigue siendo un instrumento neceariso. Pero es absurdo negarse a reconocer que los que podrían haberse servido de ese instrumento –los españoles- han preferido no utilizarlo.

En estas horas difíciles debería imponerse la racionalidad sobre el sentimentalismo, y se debería tomar la decisión más racional, sin permitir que el cariño nos nuble el entendimiento.

Ayer se conoció la decisión de Rosa Díez, Carlos Martínez Gorriarán, y Andrés Herzog de darse de baja del partido por el que tanto han trabajado. Tengo la absoluta seguridad de que ninguno de ellos renuncia a defender los princios, los valores y las ideas de UPyD. No me cabe duda alguna de que la fuerza y la pasión política de Rosa, la brillantez intelectual de Carlos y la integridad inquebrantable de Andrés no han sufrido merma alguna, al tomar tan dolorosa decisión.


También creo que la nueva Comisión Gestora actúa movida por los mejors deseos al aferrarse a la esperanza de que un milagro puede salvar al moribundo. Pero no son ni aquellos ni éstos los que tienen que decidir qué se hace con UPyD. Es el conjunto de los afiliados –la familila al completo- los que han de reflexionar y votar en un Congreos Extraordinario si se disuelve el partido o si se elige a un nuevo Consejo de Dirección para seguir adelante con el proyecto. Nada sería más lamentable que el último recuerdo del enfermo fuera el de ver a su familia peleando por ver quién va a custodiar sus cenizas. Somos muchos los que podemos decir con orgullo “yo soy de UPyD”. Somos muchos los que queremos a este ser que se nos muere. Y por eso creemos que lo último que podemos hacer por él es darle una muerte tan digna como digna ha sido su vida.

3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en que deben decidir las bases, pero Diez, Gorriagan y Herzog parecen querer imponer la desaparición de UPyD, utilizando para ello su mayor impacto mediático, sin esperar a los tiempos que la gestora debe seguir (según los estatutos).
    Yo admiro el trabajo que han hecho ellos, pero con sus afirmaciones parecen querer forzar la desaparición del partido, sin esperar a lo que digan las bases y sin admitir que a lo mejor uno de los problemas ha sido que no han sabido "vender el producto" y dejar que otros puedan intentarlo.

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  2. Estoy de acuerdo en que deben decidir las bases, pero Diez, Gorriagan y Herzog parecen querer imponer la desaparición de UPyD, utilizando para ello su mayor impacto mediático, sin esperar a los tiempos que la gestora debe seguir (según los estatutos).
    Yo admiro el trabajo que han hecho ellos, pero con sus afirmaciones parecen querer forzar la desaparición del partido, sin esperar a lo que digan las bases y sin admitir que a lo mejor uno de los problemas ha sido que no han sabido "vender el producto" y dejar que otros puedan intentarlo.

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  3. Pues estoy de acuerdo, Jero. Yo habría preferido que siguieran dentro del partido hasta el Congreso, para exponer allí sus puntos de vista.

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